Madre Teresa de Calcuta, nacida como Anjezë Gonxhe Bojaxhiu el 26 de agosto de 1910 en Skopje, en la actual Macedonia del Norte, fue una monja católica y misionera reconocida mundialmente por su labor humanitaria. Desde una edad temprana, mostró un profundo deseo de ayudar a los menos afortunados, lo que la llevó a dejar su hogar para unirse a las Hermanas de Loreto en Irlanda en 1928, donde adoptó el nombre de Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux.
En 1929, Madre Teresa llegó a la India, donde empezó a enseñar en una escuela para niñas en Calcuta. Sin embargo, la devastadora pobreza que observó en las calles de la ciudad la impactó profundamente y la condujo a una vida de servicio a los pobres. En 1946, durante un viaje en tren a Darjeeling, experimentó lo que describió como “una llamada dentro de la llamada”. Este momento decisivo la llevó a dejar la enseñanza y dedicarse completamente a ayudar a los más necesitados.
En 1948, recibió la aprobación del Vaticano para comenzar su propia congregación, las Hermanas Misioneras de la Caridad, cuyo objetivo era cuidar a los “más pobres entre los pobres”. La orden se expandió rápidamente, estableciendo casas en diversas partes del mundo. Las Hermanas Misioneras de la Caridad se dedicaron a proporcionar alimentos, atención médica y un lugar seguro para los moribundos, enfermos y huérfanos.
Una de las iniciativas más reconocidas de Madre Teresa fue El Hogar para Moribundos, un lugar donde los enfermos y desamparados podían morir con dignidad. Bajo su liderazgo, millones de personas en todo el mundo recibieron ayuda y atención, convirtiéndose en un símbolo de compasión y servicio.
La labor de Madre Teresa no pasó desapercibida. En 1979, recibió el Paz Nobel por su trabajo humanitario, lo que ayudó a aumentar la visibilidad de su misión y atrajo la atención internacional hacia las condiciones de vida de los pobres. En su discurso de aceptación, ella enfatizó la importancia de la paz en el mundo y el amor hacia los demás, recordando que la verdadera pobreza está en la soledad y el sentimiento de no ser amado.
A lo largo de su vida, Madre Teresa también fue objeto de controversia. Algunos críticos cuestionaron su enfoque de la pobreza y la calidad de atención en sus hogares, sugiriendo que su misión a menudo se enfocaba en la espiritualidad en lugar de la mejora material de las condiciones de vida. Sin embargo, su dedicación y servicialidad resonaron con muchos y la hicieron una figura admirada, incluso por aquellos que no compartían su fe.
En 1997, Madre Teresa falleció en Calcuta a la edad de 87 años, dejando un legado perdurable que inspiró a millones de personas a participar en el trabajo humanitario. Su vida y su obra continúan siendo un ejemplo de amor, compasión y servicio desinteresado.
En 2003, comenzó el proceso de canonización de Madre Teresa. En 2016, fue canonizada por el Papa Francisco en una ceremonia en el Vaticano, siendo reconocida oficialmente como Santa Teresa de Calcuta. Su festividad se celebra el 5 de septiembre, día en que se conmemora su fallecimiento.
La labor de Madre Teresa sigue viva a través de las Hermanas Misioneras de la Caridad y numerosas organizaciones benéficas que han sido inspiradas por su ejemplo. La fundación que lleva su nombre continúa trabajando en varios países, atendiendo a los más necesitados y recordando la visión de su fundadora de un mundo donde todos sean tratados con dignidad y respeto.
La historia de Madre Teresa es un recordatorio de que la compasión y el servicio hacia los demás pueden transformar vidas, y su legado perdura como un faro de esperanza para aquellos que buscan marcar la diferencia en el mundo.